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Feliz día de la madre para mí

¡Feliz día de las madres y feliz día de la madre a mí también!!!


Hoy 15 de agosto del 2020 es el día de la madre en Costa Rica y quiero aprovechar este día para contarles cómo llegué a ser mamá. Llegar a este día, no fue fácil, fue un proceso largo y muy lejos de ser sencillo, pero hoy sin duda puedo decir que cada paso valió la pena pues me permitió llegar hasta aquí; y de cómo sin saberlo, mi vida con diabetes tipo 1, mi pasión por educar y abogar por nuestra comunidad, jugó un papel fundamental en este proceso pues me brindó fortaleza, seguridad y las herramientas necesarias para dar el paso que nos llevaron a nuestra hija.


Acá mi historia:


……………………………………………………………………………………………………...

He sido mamá por casi siete años, aunque hace menos de dos meses finalmente llegó el día donde conocí a mi hija.


Llegar a conocer a nuestra pequeña implicó para mi esposo y para mí todo un proceso. Uno, en el cual nos vimos en la posición de amarnos, conocernos, acompañarnos y lo más importante llegar a comprender que por más cliché que suene el amor todo lo puede, todo lo sana y es lo que todos necesitamos.


Nos casamos hace más de once años, ambos muy jóvenes, llenos de sueños, proyectos, emprendimientos e ilusiones y desde el inicio hablábamos acerca del día que llegarían los hijos a nuestra vida. Como muchos al principio queríamos salir, viajar, trabajar duro para eventualmente llenarnos de valor y dar el paso.


Conforme pasaba el tiempo, llegamos a pensar que esperar dos o tres años sería ideal, yo estaría cerca de mis treintas y ya habríamos tenido suficiente tiempo de estar casados, más tomado en cuenta que habíamos salido casi cuatro años antes de casarnos. En nuestra cabeza de veintiséis y treinta y uno esto se veía como un plan infalible. Poco sabíamos cuan distinto iba a ser nuestro camino para poder llegar a nuestra pequeña.


Desde que nos decidimos a intentar quedar embarazados, cada mes era una emoción, nos llenaba de ilusión esperar las buenas noticias.


Desde pequeña, mis papás me educaron a cuidar de mi salud, siempre nos motivaron a comer sanamente y estar físicamente activos; con la llegada de mi diabetes tipo 1, la importancia de velar por mi salud diariamente, creció y se fortaleció, convirtiéndose en un motivador extra para seguirlo haciendo hasta hoy.


He cuidado de mi salud física, mental y emocional por mucho tiempo ya; pero recuerdo que en aquel entonces me ilusionaba enormemente la idea de cuidar de mi cuerpo y mi condición no solo para sentirme bien y estar sana, pero para poder estar lista para crear vida. Genuinamente me emocionaba el ser un hogar sano para nuestro o nuestra pequeñ@.


Pasaron los meses, los años; citas médicas iban y venían. Mi cuerpo y el de mi esposo estaban físicamente sanos, pero algo sucedía que no me permitía quedar embarazada. Año a año, mi doctor siempre lleno de dulzura y empatía me invitaba a saber que lo que estaba haciendo estaba bien. Mis glucemias estaban en rango la mayoría del tiempo, mi peso se mantenía estable a través de los años y mi hemoglobina glucosilada estaba en 6, él incluso me felicitaba por mi trabajo diario y me explicaba una y otra vez que aun cuando todo está en orden, hay casos donde los embarazos simplemente no se daban con la facilidad en la dan en otras mujeres.


De repente, la celebración y la ilusión de cada mes se transformó en una enorme tristeza. En mi cabeza no había manera de poder entender el por qué si estaba tan lista, si cuidaba de mí y hacía todo lo que se supone debía de hacer, aun así, no lograba concebir.


Con el paso del tiempo, la duda se encargó de llenar cada parte de mí al respecto de la posibilidad de ser mamá, todo lo que en algún momento hacía latir mi corazón con tanta dulzura empezó a apagarse y empecé a pensar que tal vez la maternidad no era lo mío.

Al ver que nada cambiaba, tomé la decisión de enfocarme de lleno en mi trabajo; siempre ha sido una de mis grandes pasiones y sabía que en él podía ser feliz. Con el paso de los meses empecé a sentirme mejor y acepté que probablemente este era mi destino.


Hasta que de repente todo cambió, recuerdo perfectamente que la navidad del 2017 supe que algo había cambiado, mi cuerpo se sentía distinto, algo dentro de mí había despertado; pero de la mano de este nuevo despertar venía un gran temor. Para ese entonces había tomado tantas pruebas de embarazo que la verdad no quería volver a exponer mi corazón, me había costado tanto sentirme segura, capaz, feliz; así que decidí esperar, no quería hacerme falsas ilusiones. Pasó el año nuevo y en enero 2018 finalmente confirmé que estaba embarazada, al día de hoy no encuentro palabras para explicar lo que sentí, lo que sí puedo decir es que me sentía viva, nerviosa pero llena de amor y esperanza.


Pero una vez más, todo volvió a cambiar, a inicios de febrero empecé a sentir un fuerte dolor en mi espalda y presenté un sangrado intenso, corrimos al médico con el corazón en la mano y después de varias pruebas y ultrasonidos, nuestro médico nos dio la noticia que habíamos perdido a nuestr@ bebé.


Aceptar esta pérdida ha sido de las cosas más difíciles que he tenido que hacer en mi vida, me dolió en cada parte de mi ser, lloré por lo que pareció una eternidad, estaba tan triste, tan enojada, en mi cabeza nada hacía sentido. Había hecho todo lo que tenía que hacer, estaba lista y ahora esto. Realmente se sintió como una enorme injusticia y hoy delante de ustedes, les cuento algo que por mucho tiempo me fue casi imposible decir en voz alta.


En el momento en que mi doctor me dio la noticia, una parte de mí no pudo evitar culpar a mi diabetes tipo 1. Me enojé con mi cuerpo, con mi condición y no podía dejar de pensar que tal vez si no hubiera tenido esta condición, esto no estaría pasando. Incluso llegué a preguntarme, ¿Para qué me había cuidado tanto? ¿De qué me había servido todo esto?


Debo de admitir que con los días, una parte de mí se sentía tremendamente culpable. Por años había dedicado mi vida a educar, motivar, empoderar y a acompañar a personas que viven con diabetes tipo 1; había dado un sin fin de charlas donde hablaba de como con un manejo adecuado es absolutamente posible tener embarazos exitosos en la vida con diabetes tipo 1. En aquel momento, sin importar mi educación o conocimiento en la materia, no podía más que sentirme culpabale, sentía que le había fallado a todos y esto generó una profunda herida que requirió mucho esfuerzo para poder sanar; pero con el tiempo poco a poco cada día iba mejor.


Ese año, ya muy cerca de su final me permití nueva y conscientemente ser feliz. Aunque suene extraño, una vez más elegí a mi esposo como compañero de vida y aventuras, cada momento de ese año me hizo darme cuenta de cuanto me amaba, nunca me dejó sola, tampoco tuvo miedo de mostrarme su dolor o su alegría, siempre estuvo ahí acompañándome, dándome apoyo, espacio y amor. Una vez más escogimos caminar juntos para sanar, ir tras nuestras metas y ser felices juntos.


En aquel momento poco sabíamos que este era el inicio de la gran aventura que tendríamos en los años por venir.


A inicios del 2019, asistí a mi cita ginecológica anual, una vez más todos mis exámenes estaban perfectos, mi salud en óptima condición, pero nada de embarazo. Mi doctor muy amablemente me invito a sentarme a que tuviéramos una conversación para evaluar nuestras opciones muchas de las cuales implicaban una fuerte dosis de medicamentos, hormonas y tratamientos para buscar nuestro añorado bebé. Me dijo que fuera a casa lo conversara con mi esposo, que cualquier cosa lo contactáramos, que él con gusto nos ayudaría en lo que fuera que decidiéramos.


Una vez en casa conversamos, sin mayor duda llegamos a la conclusión que no deseábamos someternos a ningún tratamiento, no queríamos arriesgar mi salud física ni poner en juego nuestra salud mental y emocional; por lo que optamos por evaluar otras opciones que nos permitieran llegar a nuestr@ bebé.


Hacía algunos años, habíamos hablado de la posibilidad de adoptar un bebé, pero nunca habíamos buscado la manera de aprender acerca del proceso y de repente el tema volvió a aparecer.


En agosto fuimos a nuestra primera reunión del PANI y para noviembre teníamos todos los papeles listos. En febrero del 2020 nos declararon aptos para ser padres por vía de adopción. Debo decir que me nos sorprendió maravillosamente el proceso pues se llevó a cabo mucho más rápido de lo que jamás hubiéramos imaginado.



El proceso de preparación fue altamente retador, nos hizo darnos cuenta de cuantos mitos cargábamos al respecto de la adopción, cuantas cosas equivocadas habíamos aprendido, cuantos temores teníamos al respecto de recibir un o una pequeñ@ en nuestro hogar. Nos permitió a mi esposo y a mí aprender mucho el uno del otro, tener conversaciones que nunca habíamos tenido, nos permitió amarnos y respetarnos aún más.


De las cosas que más rescato, es que en este proceso, logré darme cuenta de que yo era una mamá, era una mamá a la que lo único que le faltaba era su bebé.


A su vez, nos dimos cuenta de cuanto estigma existe alrededor de la adopción en Costa Rica, como muchos creen que los niños en espera de adopción son una especie de ¨piratas. ¨ Cuanto se cree, qué van a ser muy difíciles, casi imposibles de amar o al menos no de la misma manera como un hijo ¨natural, ¨ que son niños con problemas y que van a hacer todo complicado. Cuán lejos de la verdad estaba todo esto; pero esta situación, solo hizo que a mi esposo y a mí cada día nos dieran más ganas no solo de ser papás, pero ahora también de convertirnos en voceros a favor de la normalización de la adopción.


Debo de decir, que acá justo acá, me di cuenta de cómo sin saberlo, mi diabetes tipo 1 tenía años de estarnos preparando para este día. Mi condición me había enseñado a educar, a traer mitos abajo, a luchar a favor de una comunidad y a buscar la normalización de una condición. Mi esposo desde el inicio me ha acompañado, apoyado y junto conmigo ha trabajado para combatir todos los mitos alrededor de mi vida con diabetes tipo 1. Ahora estábamos listos, listos para embarcarnos en esta travesía.


Estábamos listos y solo a la espera de esa llamada.


Junio 2020, en media pandemia pensando que esto solo iba a atrasar nuestro proceso, entró por fin la tan esperada llamada, había una pequeña de año y ocho meses lista para conocernos. En mi vida he vivido todo tipo de emociones, pero hoy puedo decir que no encuentro palabras para describir mi sensación, aún hoy escribiendo esto lloro de alegría, siento mi corazón lleno e indescriptiblemente alegre.


Corrimos como locos es decir poco, alistamos todo y cinco días después de esa llamada conocimos nuestra bebé. Puedo decir que en el momento que la vi, todo calzó. Yo había estado esperando siete años por ella y ella año y ocho meses por mí, por nosotros.


Hoy casi dos meses después de su llegada, no podemos estar más felices, somos la familia por la que tanto esperé, la que tanto soñé, pero es aún mejor de lo que jamás podría haber imaginado.




Después de toda esta travesía, puedo decir que, si bien hace dos años, incluso me cuestioné el ¿Para qué me había esforzado tanto?, Hoy puedo decir que todo ha valido el esfuerzo, el haber cuidado de mi diabetes tipo 1 con amor y determinación, el haber velado por mi salud mental y emocional y el hacer de mi manejo una prioridad. Gracias a todo ese esfuerzo hoy puedo chinear a mi bebé, jugar con ella y tener la energía para estar a su lado.


Además, este proceso me ha motivado a seguir luchando para que todos los que vivimos con diabetes tipo 1 tengamos acceso, a insulina, educación en diabetes, insumos y tecnología. No puedo empezar a explicar lo que la maternidad ha impactado el manejo diario de mi diabetes tipo 1. El poder contar con un monitoreo continuo de glucosa y con mi microinfusora de insulina #minimed670g, ha hecho una enorme diferencia, me ha dado paz ,me ha permitido sentirme más segura, algo que creo todos merecemos y en especial aquellas y aquellos que estamos en este proceso de cuidar de otr@ con todo nuestro amor.


Hoy quiero decirles que como me han leído y oído decirlo múltiples veces, es posible vivir sanos, felices y seguros con diabetes tipo 1, pidan ayuda cuando lo necesiten, pero no abandonen sus sueños. Aunque tomen más tiempo del que ustedes deseen estos se pueden convertirse en realidad y hacerlos muy pero muy felices.


Por años anhele el poder celebrar para mí el día de la madre. Hoy no quepo de alegría, llegó el día de la madre donde por fin tengo conmigo a mi bebé para poder celebrar con ella y me siento la más dichosa del mundo.

Si en sus sueños también está el llegar a ser madres o padres, sepan que es posible, con los cuidados y manejo adecuado es posible concebir niñ@s sanos si vivimos con diabetes y aún como lo es en mi caso, es posible ser mamá viviendo con diabetes tipo 1 y sin tener la posibilidad de concebir.


Como les dije al inicio puede sonar muy cliché, pero es verdad. El amor todo lo puede, permite que uno espere en amor y en fe hasta siete años a que llegue el día donde una pueda conocer su bebé para amarla con toda el alma y todo el corazón.


¡Feliz día de la madre!




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